Para poder meditar, primero deberíamos ser capaces de "aprender a atender al presente". En los textos del Tantra Madre (Ma Gyud) uno de los textos más importantes en la tradición Bön budista, escritos en lengua pali, este estado de "atender al presente" recibe el nombre de "Sati" y en sánscrito, lengua utilizada en el Rig-Veda "Smrti". Así, Mindfulness sería la preparación a la meditación hasta conseguir el estado de Sati o Smrti, vivir el aquí y el ahora.

 

   Detenerse y observar lo que ocurre dentro de nosotros (la propia respiración, las sensaciones, el flujo de pensamientos...) y a nuestro alrededor (sonidos, olores, sabores...). Simplemente observar, sin esperar ningún tipo de suceso, sin rechazar nada de lo que venga a la mente, pero sin aferrarse a lo que está sucediendo. Eso es todo. Así de aparentemente sencillo, esto es Mindfulness o la "meditación de la conciencia plena", mucho más eficaz de lo que puede parecer a mentes apresuradas y deseosas de controlarse.

 

  La "meditación de consciencia plena" consiste en centrarse en el momento actual, en las propias sensaciones y percepciones internas, tratándose de una práctica capaz de influir de manera positiva en la salud, en especial en la reducción de la ansiedad emocional. Una vez esta práctica la integramos, se convierte en una gran herramienta en nuestro quehacer diario.

 

   Dentro de la consciencia plena, podemos adquirir ciertas actitudes fundamentales, la apertura máxima del  campo de atención, el desprenderse de las tendencias a juzgar, controlar u orientar esa experiencia del momento presente y aprender a observar y experimentar.

 

   La actitud para una consciencia plena puede cultivarse, y es aquí donde Mindfulness se convierte en una herramienta para este "adiestramiento mental" que nos comportara grandes beneficios.

 

  En la "meditación de consciencia plena", la atención se fija en la experiencia no verbal, corporal o sensorial, no en la reflexión intelectual o en la elaboración conceptual. La labor esencial consiste en observar en lugar de aceptar, pretendiendo que la mente no emprenda ninguna actividad voluntaria, manteniéndose así en posición observadora. No se trata de una ausencia de pensamientos, sino de ausencia de implicación en estos pensamientos buscando así desarrollar y ejercitar a diario un instrumento de regulación atencional y emocional. De esta manera, perseguimos intensificar la consciencia y el rechazo a las experiencias intimas, educando a nuestra mente a observar la naturaleza de las emociones, su efecto en el cuerpo y los comportamientos que provocan.

 

  Concedemos así un "espacio mental" a las emociones negativas permitiéndonos recuperar el control, posibilitando que existan y expresándolas sin amplificarlas por la represión o la fusión (distanciarnos de ellas).

 

  Esta técnica es un buen complemento a las terapias clásicas en el dominio de los trastornos emocionales, ansiedad, trastornos de la atención con hiperactividad...